sábado, 8 de octubre de 2011

Tempus fugit.

Hace unos meses estuve de excursión - o visita cultural, para que suene más didáctico - en el Museo Guggenheim de Bilbao, y desde entonces no dejo de darle vueltas a una de las esculturas.
Era una cuna con forma de reloj de arena. Algo muy simple, ¿Verdad?
Pues bien, dicha escultura no es otra cosa que un referente más al proverbio latino Sed fugit interea fugit irreparabile tempus, también conocido como tempus fugit. Forma parte de la sabiduría popular que nacer es empezar a morir, que nuestro tiempo en este mundo es limitado.
Y sin embargo parece que a poca gente le importa hoy en día.
No hablo de tener miedo a morir. No merece la pena, al fin y al cabo es un suceso inevitable. Hablo de que en la sociedad actual la gente parece no darse cuenta de lo efímero de su existencia hasta que no vislumbran la muerte como un amigo cercano que pronto vendrá a reunirse con ellos.
El tiempo corre, vuela. Pero actualmente sólo permitimos que nos afecte en la misma cantidad que puede contener un reloj.
Nos mostramos más molestos cuando alguien nos hace esperar cinco minutos de más que cuando pasamos un día entero dejando pasar ese valioso tiempo sin ser aprovechado.
Está bastante claro que no nos importa perder el tiempo siempre y cuando sea decisión propia, ya que en caso de que sea otro quien nos haga perder el tiempo, la reacción es muy distinta.
Si te tomas unos segundos - tranquilo, te prometo que no estás malgastándolos - para pensarlo, ese tiempo no va a volver. Ya lo has perdido, y da igual de quién sea la culpa.

Dicho esto, maticemos un asunto importante.
¿Qué es perder el tiempo?
¿Tumbarte en la cama a descansar lo es? ¿Dormir? ¿Quizás ver la tele?
Eso es algo demasiado personal. Pero puedo darte una fórmula inexacta, una especie de medida orientativa, para hacerte una idea aproximada.

Perder el tiempo es dedicarlo a algo que no te va a aportar nada positivo.

¿Tumbarte en la cama durante dos horas va a hacer que te sientas mejor? Si la respuesta es 'sí', entonces es tiempo aprovechado.
Si dormir un par de horas más va a hacer que el resto del día estés más descansado, eso afectará a tu rendimiento y tu estado de ánimo positivamente, por lo cual habrá sido un acierto, y sin dudarlo una buena inversión de tu tiempo.
De esta misma manera se puede aplicar esa fórmula a cada uno de los más pequeños aspectos de tu día a día. ¿Merecen la pena las drogas? Unos minutos de diversión a cambio de daños irreparables en el sistema nervioso. ¿Compensa la pena un trabajo que no te guste con un salario alto? Mucho dinero a cambio de horas perdidas en algo que no te hace sentir realizado. Son miles de preguntas con miles de respuestas posibles, ya que las circunstancias y la mentalidad varían drásticamente dependiendo de la persona.

Para terminar, un par de recomendaciones personales. La primera es, sin duda, que visitéis el Museo Guggenheim de Bilbao, y que os toméis vuestro tiempo para recorrer cada uno de sus rincones. Y la segunda y última es el libro Veronika decide morir, de Paulo Coelho, ya que da una visión - en mi más humilde opinión - interesante de este tema.

1 comentario:

  1. Es un auténtico placer mental leer a alguien que habla de la vida (y de la muerte). Saludos!

    ResponderEliminar